Autor. Cornelius Castoriadis Título.La institución imaginaria de la sociedad Editorial. Tusquets (Fábula) Año. 2013 (1ª ed. 1975 en francés) Nº de páginas. 584 |
Cornelius Castoriadis es uno de
esos pensadores más conocidos que reconocidos en el ámbito académico de nuestro
país. Perteneciente al círculo de intelectuales franceses relacionados con mayo
del 68, terminó sintiéndose más cercano a los grandes estudiosos de la Grecia
antigua como Jean-Pierre Vernant o Pierre Vidal-Naquet, que a los
representantes del llamado postestructuralismo
como Foucault, Deleuze o Althusser. Sin ánimo de simplificar excesivamente las
cosas, podría decirse que la filosofía francesa de la segunda mitad del siglo
veinte creció tomando por sustento a la filosofía de Hegel, por un lado, y a la
de Nietzsche, por el otro. Y, caso curioso, ninguna de estas vertientes llegó a
polemizar excesivamente con la otra. Dentro de este marco, y sin negar la
influencia de Lacan en sus primeros escritos, el pensamiento de Castoriadis era
plenamente original.
Su primera gran aparición está
vinculada a la edición de una revista cuyo título se ha convertido en todo un
clásico dentro del ámbito de la filosofía y las ciencias sociales. Editada por
primera vez en 1948 junto a Claude Lefort, la revista Socialismo o barbarie significó la primera gran crítica del régimen
soviético hecha desde la izquierda sin caer en la alternativa trotskista. El
título de la famosa revista apuntaba directamente a una de las grandes
ambigüedades en el seno del marxismo y, en tal sentido, era profundamente
irónico. Su gran descubrimiento es que la práctica teórica del marxismo descansa
siempre sobre una reserva mental. El
concilio entre la necesidad histórica, propia de la dinámica del capitalismo, y
la acción de las masas, contingente por su propia naturaleza, únicamente puede
sostenerse sobre la idea de que si, finalmente, los obreros optaran por no
levantarse, sólo quedaría por esperar la destrucción total de la humanidad. Lo
cual es, precisamente, el límite jamás confesado de la filosofía de la
historia. Tengo delante un breve apunte mío de hace ya algunos años que, si
bien puede parecer un tanto simple, puede servir para aclarar esta cuestión:
“[Economía
política] La superioridad de las teorías económicas frente a las políticas es
incontestable. Reside en que aquéllas logran poner a la realidad misma contra
la espada y la pared: o la teoría se cumple o la realidad muere“
La que se ha convertido en la obra principal de Castoriadis (si bien no creo que sea la más interesante), reeditada ahora
por Tusquets en su muy asequible colección Fábula, consta de dos partes bien
definidas: la primera de ellas dedicada a la crítica de la teoría marxista, y
una segunda en la que presenta la reflexión sobre lo histórico-social y el
estatuto de lo imaginario.
El texto se plantea como una elucidación sobre la sociedad en su
imbricación con la historia, sin la cual ninguna de las dos tendría nada que
decir. Tan sólo porque hay proyectos que los hombres llevan a cabo es por lo
que puede hablarse de instituciones sobre las que se cristalizan y sostienen en
el tiempo. La práxis, que siempre
tiene lugar en el tiempo, es estrictamente, un comienzo. Todo intento de
introducir un esquema racional, sea el del cálculo de medios-fines o el de una
motivación intrínseca que, al fin y al cabo es la otra cara de la misma moneda,
no hace sino evadir la cuestión y, como toda concepción racionalista, “da por
adelantado la solución de todos los problemas que plantea”. La acción es un hacer que toma “a los otros… como seres
autónomos”, y por eso mismo, esta autonomía es tanto el medio como el fin hacia
el que se dirige. A diferencia de lo que ocurre en las técnicas, en la práxis el fin y los medios no están
separados.
A la luz de lo dicho hasta ahora,
quienes la conozcan podrían pensar en la obra de una autora mucho más
reconocida actualmente como es Hannah Arendt. Pero creo que más allá de la simpatía
que ambos mostraron por el sistema de consejos y algunos apuntes sueltos, no
tienen nada que ver. Para hacer notar la diferencia, basta con leer el título del
libro. A lo largo de su desarrollo, Castoriadis deja notar la profunda
influencia del psicoanálisis que con el tiempo iría abandonando. Su examen de
la alienación toma como modelo la práctica psicoanalítica, determinada por la sentencia “donde el Ello era, el Yo debe
advenir”, y en el análisis de lo histórico-social aparecen los tres registros lacanianos:
lo simbólico – lo imaginario – lo real.
El desarrollo del sujeto tal y como lo concibe la teoría psicoanalítica sirve
de analogía a la hora de plantear la problemática relación entre la sociedad y
la historia. Y es que para Castoriadis, la naturaleza de la acción deriva del
carácter espontáneo de la imaginación, que es una creación desde la nada. La
importancia que reconoce al psicoanálisis es la de haber mostrado la autonomía
de esta facultad respecto al puro lenguaje (la matemática) y la mera facticidad
(la historia del sujeto). La relación simbólica únicamente requiere de dos
componentes (el signo y la cosa), mientras que la imaginación supone la
intromisión de un tercer factor: la representación que desplaza el sentido de
uno de los signos de la relación. Si la sociedad es aquello que proporciona un
marco simbólico coherente, la imaginación es lo que la desborda a la vez que la
pone en movimiento. No estará desencaminado el lector que vea esta obra como el despliegue del
más conocido de los lemas del sesentayocho: “la imaginación al poder”.
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