El propósito de este blog es el
de realizar breves reseñas de libros que, de un modo u otro, estén relacionados
con la filosofía. En este sentido, creo necesario realizar dos aclaraciones. Sin
entrar en el estatuto que posee actualmente la filosofía, es cosa sabida que
esta no es ajena ni a la literatura, ni a las ciencias sociales ni, llegado el
caso, a las ciencias naturales o la matemática. Aun así, en un principio, me
centraré en libros del ámbito de las humanidades. He de decir asimismo que
pondré especial cuidado en exponer obras que sean novedad editorial. Si no lo
son, al menos son textos fáciles de encontrar en cualquier librería o
biblioteca. En un futuro quizá realice alguna reseña de viejos textos
descatalogados, de los cuales hay numerosísimos y, por desgracia, muchas veces
más interesantes que los nuevos.
He de decir que todos los libros que
abordaré, sin ahorrar la exposición de sus defectos o mi discrepancia respecto
a su argumentación, los considero como obras de interés general. No sería nada agradable ni para mí realizar ni
para nadie leer una reseña de un libro que no hiciese más que empantanar aún
más la discusión en torno a lo que todo el mundo sabe que son lugares comunes. Si bien encierran
una verdad, no hacen sino arrojar más papel al ya saturado mercado editorial. ¡Cuán
ridículo sería que considerase bueno perder el tiempo reseñando todo lo que
sale al mercado y que tenga alguna relación con la filosofía! Es por ello que
no pretendo bosquejar resúmenes de las obras (eso se encuentra muy fácilmente
en la sinopsis que presentan las editoriales) sino que pretendo resaltar la
problemática en torno a la cual giran, así como responder algunas cuestiones
que todo potencial lector se haría antes de adquirir o tomar prestada cualquiera
de estas.
Espero sinceramente que os guste,
así como que me comuniquéis cualquier discrepancia, opinión o sugerencia.
_____________________________________
[Didaskalía es la transliteración en alfabeto latino del nombre
griego διδασκαλία. Este sustantivo deriva del
verbo διδασκw, que en griego arcaico significa tanto
“enseñar, saber” en el sentido de “hacer tomar conciencia de”, como “aprender”.
En un pasaje de la Ilíada, tras una de las grandes derrotas de los Aqueos a
manos de los Héctor, Eurípilo pide a Patroclo que extraiga la flecha de su
pierna y limpie su herida según el proceder “que has aprendido (dedidáchthai) de Aquiles” (Ilíada, XI,
831). Aparte de estas acepciones hay una que merece la pena resaltar, la de
“representar”, utilizada para designar la puesta en acto de una poesía o una
tragedia.
La preeminencia de la traducción de Didaskalía por “enseñanza” o “doctrina”,
procede de la traducción latina del Nuevo Testamento, y en ese sentido es fácil
verlo mencionado en relación a la doctrina de la Iglesia. La traducción latina
del verbo διδασκw es insignare,
señalar o “hacer ver”, lo que mantiene firme el sentido de la palabra
originaria. Aún así, con el tiempo se ha borrado la amplitud que el significado
de esa palabra tenía en el griego clásico. El verbo enseñar, tal y como nosotros lo utilizamos, se aproxima más a
“hacer creer”, lo que también nos acerca a la palabra adoctrinamiento. Solemos concebir la enseñanza como un proceso
determinado por el método de lectura y escritura, y por tanto, como adquisición
de habilidades y técnicas interpretativas; es correcto decir que el libro es la
figura que sustenta la didaskalía en
el mundo moderno. El hecho en el que hemos de fijarnos es que la relación de la
enseñanza con el sentido visual se ha perdido, ya que lo fundamental es la
congruencia en el discurso. Es por ello que en nuestros sistemas educativos la
intuición es sustituida por la construcción, otorgándose un papel predominante
a la adquisición de metodologías. En el proceso de formación de los sujetos
autónomos, gran exigencia del pensamiento ilustrado, lo fundamental es la
construcción de parapetos. Aunque pueda resultar paradójico, espero, en la
medida de lo posible, huir de esta concepción de lo libresco como legitimidad
de todo comprender.]