Autor. Beatriz Preciado Título. Manifiesto contrasexual Editorial. Anagrama Año. 2009 (1ª ed, 2000 en francés) Nº de páginas. 224 |
2. La crítica feminista del doble proceso de domesticación y sexualización de la mujer extrae su fuerza de la esfera de la producción. Mientras que en la revolución industrial los varones fueron forzados a participar en esta, la mujer era recluida en el hogar, donde sostenía las labores necesarias a la reproducción. Harriet Taylor Mill, que vivió en plena época victoriana y luchó con gran rotundidad por los derechos políticos de las mujeres, tuvo grandes reparos a la hora de defender la inclusión de la mujer en el mercado laboral. Aún habrían de pasar varios decenios hasta que la exclusión social de la mujer del ámbito productivo se viera como una discriminación. En este desarrollo jugaron un papel fundamental las ciencias humanas. La psicología, quizá el caso más paradigmático, se instauró como ciencia en el mismo momento en que descubrió el potencial analítico que había en la intimidad del hogar. La relación entre sexualidad y revolución política no es más que la sofisticación de este mismo discurso. El mayor peligro con el que se enfrenta actualmente el feminismo es con la pérdida de todo sentido de la realidad. Su idea es que la diferencia entre hombre y mujer, como la que hay entre la naturaleza y las costumbres humanas, son puras ficciones que sirven a la dominación. Para ser consecuentes, asumen que la realidad no es más que un asunto de coherencia entre las múltiples ficciones, de forma que la lucha por la emancipación es la aspiración a cambiar estas ficciones por otras. La identificación entre lo doméstico y lo privado, que permite la vinculación teórica de patriarcado y capitalismo, es el sustento de la crítica. Pero lo cierto es que el ámbito doméstico, a diferencia de la propiedad de lo privado, no tiene ninguna relación con la esfera pública. Doméstico hace referencia a la domesticación corporal propia de las labores de mantenimiento de la vida, y se define por contraste con lo salvaje, donde el impulso no tiene el freno de la costumbre. Cuando el rostro del poder se difumina, ya no importa quién es el amo ni cuántos haya realmente. Incluso es probable que, con De La Boëtie, lleguemos a la conclusión de que la idea de un amo no es más que la ilusión que encubre el hecho de que el tirano está en nosotros mismos.
3. Teoría y ritual se encuentran tan profundamente imbricados que sólo por una cuestión de economía diré que si el Manifiesto Contrasexual expone la teoría, Testoyonqui corresponde a su aplicación práctica. La herencia del psicoanálisis es aquí muy importante: no basta con conocer la contrasexualidad, también hay que experimentarla. La Dildotectónica, el arte de construcción de dildos, consiste en llevar hasta su máximo apogeo el imperio de la técnica. “El pene… [es] un dildo de carne” igual que los seres humanos son autómatas de piel. Para una primera aproximación a la problemática, antes que las películas de ese nuevo género llamado postpornografía, recomendaría el visionado de dos grandes películas del director canadiense David Cronenberg: Crimes of the future (1970) y Videodrome (1983). La primera aborda el problema de una sociedad donde la dualidad de los géneros se ha vuelto ininteligible. La segunda responde a esta cuestión con la idea de la nueva carne, en la que órgano y máquina se vuelven indiscernibles. Ciertamente, cuando ya no queda ningún rincón por iluminar, ningún órgano que no haya sido penetrado, los esfuerzos se dirigen a la única tarea posible, la de mutar.
Autor. Beatriz Preciado Título. Testo Yonqui Editorial. Espasa Año. 2008 Nº de páginas. 324 |
5. Intentaré exponer al lector esta filosofía de una manera sencilla. La tesis fuerte del texto es que “toda filosofía es una dildología más o menos compleja”. Como es sabido, un dildo es un objeto que, en principio, sirve de sustituto a la función del pene, por lo que suele decirse que el dildo sería algo así como un pene de plástico, lo cual, como se verá es el núcleo de la discusión. El problema de este “en principio” es que presupone la distinción entre la esencia y la función; que el dildo sea un pene de plástico quiere decir que, a falta de un pene, basta con un dildo, lo que supone caer de lleno en el sobreentendido de que un pene es aquello que se basta a sí mismo para colmar una relación sexual, lo cual no es cierto. Lo que sí lo es, es el hecho de que la relación sexual excede siempre al órgano en concreto. El sexo supone una lucha de la vida por el acceso a su máxima potencialidad, es la forma en que esta busca su absoluto, y es por ello que el pene concreto se convierte él mismo en una sustitución de un pene ideal, aquello que Lacan denomina Falo-Significante. En terminología platónica podría decirse que el pene participa de la idea de Falo. El dildo tiene aquí la función de contraejemplo, ya que rompe con el principio que permite esta dicotomía de Pene-Significado / Falo-Significante, el principio de irreversibilidad, que dice que un pene concreto nunca puede ser un Falo, aunque adquiera su esencia por virtud de este. Las propiedades del dildo son “plasticidad, transferibilidad y expropiabilidad”, lo que permite la sustitución, no sólo del pene concreto sino del significante que le sirve de modelo. La autora utiliza el concepto derridiano de Suplemento para determinar la función dildológica. El dildo es un modelo simulado, y es anterior en cuanto precede a toda identidad; rompe con el “origen único” y produce “efectos múltiples”, lo que permite que la causa únicamente pueda ser determinada a posteriori. En sentido estricto, deducida a partir de los efectos futuros.
6. La reversibilidad es una propiedad que, en sentido estricto, sólo puede predicarse de objetos tomados espacialmente. Una prenda es reversible si puede ponerse del otro lado sin perder nada de su uso originario. El movimiento de un objeto es reversible si puede volvérsele a situar en el punto de partida. Aún así, este último ejemplo no es tan sencillo como parece, ya que el movimiento nunca se produce en un espacio abstracto, sino en un contexto espacio-temporal. El movimiento no es medida del espacio sino del tiempo, y en cuanto este refiere al movimiento, no es posible borrar el primer movimiento de los dos que constituyen la salida y la vuelta atrás. Porque lo que ha sido no puede ya-no-haber-sido es por lo que el tiempo es irreversible. Los hombres pueden llegar a esa conclusión por la memoria, que es fundamento de su unicidad. Por eso también se dice que olvidar un hecho es como borrarlo de la realidad; olvidar a un muerto es “hacer” que nunca hubiera nacido, así como una comunidad que recuerda un hombre que jamás existió lo vuelve real. En una sociedad tan individualizada como la nuestra, en la que prima el deseo de experimentación, los alucinógenos nos acercan a lo inexistente hasta el extremo de incrustar esas experiencias en nuestro pasado. La filosofía de la posmodernidad no es nada sin este afán por la experimentación. Se llama pos-moderna porque parte de la alucinación moderna (Descartes, el gran precursor del ácido lisérgico) para superarla de una vez por todas. La ruptura del equilibrio hormonal, a diferencia de los alucinógenos, no produce un simulacro de separación entre el alma y el cuerpo, sino una modificación en la corporalidad con efectos para el yo, que se volatiliza.
7. En tanto la tarea del feminismo consiste en desencubrir, coincide con la tarea de la Ilustración. Ambos niegan la realidad de las apariencias, en cuya confianza encuentran la raíz de todo dogmatismo. Toda verdad es invisible y ha de devenir visible. Pero esta tarea sólo tiene un final hipotético. Aunque la teoría no dejara ningún axioma sin explicar, la práctica siempre volvería para negarle toda validez. La verdad del hombre es siempre expresión del tercer ojo. Es por eso que por mucho que la delimiten y persigan, esa verdad seguirá estando, incluso para ellos mismos, en el lugar preciso en el que gusta de permanecer. Sí, justamente ahí, detrás.